LA CHICHA paso

Adaptación de «LAS ACEITUNAS» de LOPE DE RUEDA.

PERSONAJES: TORIBIO, AGUEDA, MICAELA, VECINO

TORIBIO.-     ¡ Válgame, Dios y que tempestad que ha hecho desde la quebrada más acá del monte, que parecía que el cielo se quería hundir y las nubes venir abajo ! Pero, dígame ¿ Qué me tendrá de comer mi mujer, que la mate la rabia ¡ Oigan, muchacha, Micaela ! Todos duermen en la ruca. ¡ Agueda ! ¿ Oyen ?

MICAELA.-     Jesús, abuelo ¿ Quiere echar abajo la puerta ?

TORIBIO.-          Calla la boca, calla la boca ¿ Y dónde está tu abuela ?

MICAELA.-          Allá está en la casa de la vecina ayudándola a hilar la lana.

TORIBIO.-          No me la vaya a hilar a ella y después a tí. Anda a llamarla.

AGUEDA.-           Ya, ya, el de la rabieta. Ya viene con un par de palitos de leña y no hay quién lo aguante.

TORIBIO.-          Pare de palos le parece a doña… Si entre yo y el ahijado apenas éramos capaces de cargarla.

AGUEDA.-           Ya está bien viejo. Y lo mojado que veníh.

TORIBIO.-          Vengo echo sopa de agua. ¡ Mujer, por la vida, dame algo de comer.

AGUEDA.-           Y qué querih que te dé, si no tengo ná.

MICAELA.-          Jesúh, abuelo. Y que mojada que venía la leñita.

TORIBIO.-          Y despuéh dirá tu agüelita que fue el rociíto.

AGUEDA.-           Corre muchacha y hazle un par de huevos a tu abuelo y después le tiendes la cama. Y te apuesto, viejo que te olvidaste de injertar los manzanos que te dije que injertaras.

TORIBIO.-          ¿ Y en que me he demorado si no fue en los injertos ?

AGUEDA.-           Calla, marido ¿ Y cuáles injertaste ?

TORIBIO.-          Los de pal lado del río, donde si te acordai te dí un beso.

MICAELA.-          Abuelo, ya puede venir a cenar que está listo.

AGUEDA.-           Viejo ¿ Sabes lo que tengo pensado ? Que esos manzanos que injertaste hoy de aquí a seis o siete años van a estar dando manzanas y que que con otro injerto por aquí y otro por allá de aquí a unos quince veinte años vamos a tener un manzanal hecho y derecho.

TORIBIO.-          La pura verdá, mujer, y no deja de ser lindo.

AGUEDA.-           Viejo ¿ sabes lo que he pensado ? Que yo voy a cosechar las manzanas; que tú las vas a llevar a moler al molino de los García pa hacer la chicha; y que, la muchacha, la va a vender embotellá en la feria, a doscientos pesos el litro.

TORIBIO.-          ¿ Cómo que a doscientos pesos ? No ves que es cargo de conciencia, que tan caro nadie la va a comprar y hasta capaz que nos correteen los pacos ? Basta con pedir ciento cncuenta pesos el litro.

AGUEDA.-           Cállate viejo, no víh que es manzana Ilicia.

TORIBIO.-          Pues aunque sea Ilicia, basta con pedir lo que yo digo.

AGUEDA.-           ‘Hora no me quiebres la cabeza ¡ Mira muchacha que te mando a que no la vendas a menos de doscientos pesos !

TORIBIO.-          ¿ Cómo que a doscientos pesos ? Ven acá muchacha ¿ Cuánto vas a pedir ?

MICAELA.-          A como usté diga agüelo…

TORIBIO.-          A ciento cincuenta pesos.

MICAELA.-          Así lo haré agüelo.

AGUEDA.-           ¿ Cómo que así lo haré agüelo ? Ven acá, muchacha ¿ Cuánto vas a pedir ?

MICAELA.-          A como usté mande agüela.

AGUEDA.-           A doscientos pesos.

TORIBIO.-          ¿ Cómo que a doscientos pesos ? Te prometo que si no haces lo que yo te mando te voy a dar más de doscientos correazos ¿ Cuánto vas a pedir ?

MICAELA.-          Lo que usted diga, agüelo.

TORIBIO.-          Cientocincuenta pesos.

MICAELA.-          Así lo haré, agüelo.

AGUEDA.-          ¿ Cómo que así lo haré agüelo ? Toma, toma, hace lo que yo te mando.

TORIBIO.-          ¡ Suelta a la muchacha !

MICAELA.-          ¡ Ay, agüela, ay agüelo, que me matan !

VECINO.-           ¿ Qué es esto, vecinos ? ¿ Por qué maltratan así a la muchacha ?

AGUEDA.-           ¡ Ay, vecino ! este mal hombre quiere regalar las cosas y quiere hundir mi casa; una chicha tan rica, hecha con tan buena manzana.

TORIBIO.-          Yo juro que no es pa’ tanto.

AGUEDA.-           ¡ Sí es !

TORIBIO.-          ¡ No es !

VECINO.-           Ahora, vecina, hágase un poco para allá que yo voy a arreglar esto.

AGUEDA.-           Arréglelo vecino usted vecino o que si no, nos ayude el cielo.

VECINO.-           Bien, vecino, saque la chicha y si es buena yo la compro toda, aunque sea una pipa llena.

TORIBIO.-          No, vecino, es que no es como usted piensa, que no está la chicha aquí, está al lado del río.

VECINO.-           Bueno, tráigala pa’cá que yo la compro al precio que sea justo.

MICAELA.-          A doscientos pesos quiere mi agüela que se venda el litro.

VECINO.-           Caro me parece.

MICAELA.-          Y mi agüelo a ciento cincuenta.

VECINO.-           Veamos la prueba, veamos la prueba.

TORIBIO.-          Válgame Dios, vecino. que usté no quiere entender. Hoy yo injerté unos manzanitos y que dice mi mujer que de aquí a quince o veinte años vamos a tener una linda quinta, que ella va a cosechar las manzanas, que yo las voy a moler pa’cer la chicha y que la muchacha la va a ir a vender a la feria y que pida doscientos pesos el litro; yo que no, ella que sí y así ha sido la cuestión.

VECINO.-           ¡ Què custión máh divertía ! Nunca se había visto. Todavía no nacen las manzanas y ya han zamarreado a la muchacha por culpa de la chicha.

MICAELA.-          Qué le parece, vecino.

TORIBIO.-          No llores, cabrita. La muchacha, vecino, es de oro. Ahora anda, hija, ponme la mesa, que te prometo comprate un vestido… con la primera chicha que se venda.

VECINO.-           Vaya pa’llá, vecino, y haga las paces con su mujer.

TORIBIO.-          Gracias, señor.

VECINO.-           Esta sí que es buena, las cosas que se ven por este mundo. Todavía no hacen la chicha y ya sacó pelea. ¡ Que más será cuando esté hecha !

 

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