EL CIELO DE FEBRERO

Hay quienes gustan de los fatigosos viajes vacacionales a remotos lugares que les hagan olvidar sus trabajos por un par de semanas. Pasan su tiempo de descanso subiendo y bajando de aviones, esperando en aeropuertos (habrá algo más cargante), hasta llegar al prometido paraíso, tan lleno de otros fugitivos como la metrópoli que se acaba de dejar. Yo no. Soy ocioso. Me gusta el ocio como un regalo que, en cuanto tengo posibilidad de tomar, acepto con deleite Seguir leyendo